Las palabras en la mente estallan, se divierten.
Se pierden, se mezclan, chocan y revientan.
Se pelean, aman y saborean lentamente.
A veces se arrebatan, se besan y abrazan
se entrelazan, mueren y reviven.
Son un ejercito letal, un puñado de nada,
un universo multiforme.
Quitan el sueño, u otorgan uno.
Rompen un corazón o lo alimentan
lo nutren o lo estrujan hasta secarlo.
Son ingenuas, rien, giran, se pierden.
Se encuentran, se saludan, congenian
y son felices o desafortunadas.
Son dueñas del cuerpo que habitan pero
vuelan y se pegan a los oídos cercanos.
Bailan en otros, recitan versos, hacen cosquillas,
son cálidas, acarician, o lastiman.
Las hay vestidas de seda y otras con tachas.
Las hay con pulóveres de lana, también de arpillera.
Son dueñas de todo y no piden nada.
Las palabras crean, están, somos ellas, abrazalas.
Luciano Ezequiel Cabrera